4 meses después, Marzo de 2011.

La última botella que me quedaba.

Color dorado luminoso, con buena lágrima. Acidez más contenida que la última vez, pasa mejor por boca. El vino se ha hecho más graso, untuoso y la nariz ha virado hacia frutas tropicales aunque noto cierta debilidad o declive en el conjunto. No hubiese aguantado mucho más. Las características organolépticas de este momento están más en la onda de otros blancos alentejanos. No está mal, pero hay mejores exponentes en esta región, verbigracia Herdade dos Grous.

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