Emblema de un estilo

Color piel de cebolla con ribete de tonos cobrizos muy brillante, enamora desde la vista.

A copa parada; de aromas - al principio tímidos- bien definidos que denotan complejidad, sorprende su carácter frutal en armonía con las flores que emergen de la copa.

Albaricoques, melocotón, melón, sutil dejo de fresitas silvestres, fondo de hinojo fresco, ligero recuerdo pimienta rosa. Con la aireación crece en intensidad, haciéndose cada vez mas expresivo.

Sabrosa entrada, muy buen volumen, muestra un sólido esqueleto, sensaciones táctiles envolventes, una nota amargosa antes de finalizar con una agradable y sostenida acidez, que aporta frescura al vino.

Largo en su persistencia. Camaleónico, complejo y elegante.

Este vino es digno emblema que caracteriza el estilo conocido como “rosados de la Provenza” que los franceses han logrado consagrar como el "vino de vacaciones" haciendo de éstos los refrescantes embajadores de la época estival.

Acompaña quesos, chacinería, aves, y seguramente funcionaría a la perfección con comidas especiadas. Personalmente considero que su mejor maridaje, es la buena compañía y a ser posible una terraza con vistas al mar.

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