Me hubiese gustado haber acabado llamándole Don Vicente.

Siempre muy elegante de aspecto, la sencillez de su etiqueta estrecha en horizontal hace que así sea.
Cereza de intensidad media alta de borde atejado, con una lágrima fina y transparente que se entrecorta dejando la copa goteada, como si estuviera débil.
Nada intenso en nariz, una vez que se disipan un poco las notas de barro o tierra mojada queda un cuero fino, también tabaco y especias dulces como el clavo, sin abandonar su trasfondo frutal, unas fresas ya blandas y bañadas en aguardiente, digamos que la fruta está detrás de los terciarios.
Aunque no tiene mucho cuerpo, no está exento de cierto vigor debido a que si tiene estructura, con muy buena acidez, graso en su paso otorgándole sabrosidad junto a sus rasgos licorosos, sin embargo ofrece unos taninos algo secantes, la trufa se hace presente en el postgusto debido a su evolución, nota positiva y que me gusta encontrar después de unos añitos.
Creo que la versión magnum ha ayudado mucho. Sin embargo me pone sobre la pista de estos San Vicente, los cogeré antes. Aún así me ha gustado, o mejor dicho, he sabido comprenderlo.

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