Equilibrio y frescura: un vino de "fondo de armario"
Visual, de capa baja, con ribete degradado, limpio y brillante. El menisco mantiene aún algunos reflejos púrpura. De lágrima ancha y lenta.
Nariz, de mucha intensidad, con volumen, en la que destaca una abundante fruta roja madura (grosellas y frambuesas rabiosamente frescas y vivas) con presencia de notas de pimienta negra. Muy especiado: recuerdos de pimienta, canela y clavo. Notas de corteza de naranja. Apuntes minerales que recuerdan ligeramente al hierro. Sobre todo, abunda y predomina por doquier la fruta roja, con la madera aportando moderadamente, en su justa medida, unas vibrantes notas de especias y ligerísimas notas de ahumados. La syrah está presente, sobre todo, con un gran franqueza, aunque el perfil especiado apunta en su discurso a una grenache magistralmente tratada. Ligeras notas golosas, de chuche (regaliz rojo) aparecen por sorpresa con la evolución en copa.
En boca, se muestra con muy buena intensidad. Frutal, al igual que en nariz, derrocha abundante fruta roja fresca y madura, sobre notas de regaliz y especias muy presentes. Es un vino amplio, con volumen y cuerpo, pero destaca sobre todo por su fluidez y su frescura. Los 14º que indica la etiqueta no aparecen por mucho que se les busque, porque una acidez perfectamente integrada y en equilibrio con la fruta, juega con maestría a ocultar la presencia del alcohol. Los taninos dan volumen y textura, pero están perfectamente limados, con un ligerísimo y exquisito amargor que sólo viene a completar la frescura del vino en boca. Final de muy buena longitud, que deja recuerdos de regalices y especias. Muy bien integrado, seguramente ganará en redondez y complejidad con algún tiempo en botella (quizás 2-3 años), aunque es un vino para no parar de beber, desde ya. Este "hermano pequeño" del afamado Chateau de Beaucastel (Chateauneuf du Pape) tiene, sin duda, personalidad propia para brillar con luz propia.
De los que nunca deben faltar en nuestro fondo de armario...
(Precio en tienda: ~15€)