Un "clásico" riojano, elegante, diferente, con garra...

Si tienes alguna botella, haz lo que voy a hacer yo. Guardarla. Y poder comprobar donde se queda en relación a añadas anteriores. Esto es lo que escribí hace siete años en mi nota de cata anterior.

Se expresa de forma clara y concisa desde el primer momento, si bien, ahora cuando escribo ha pasado un día, conservo una copa dejada a propósito para unir las primeras sensaciones con las de la evolución.

El recital es impresionante, tiene una madurez serena y dichosa, es un vino que cautiva y atrapa, bien definido, con un buen peso frutal maduro con forma de arándanos, mora y cereza, envueltas en finos cueros, clavo y pimienta, regaliz y madera envinada, incienso y un toque vegetal agradable y esclarecedor, pimiento asado. 

En boca la entrada es amable , tacto sedoso, tierno, profundo, lo paladeas, el tanino es noble, sereno y con carácter. La acidez expresiva, tan jugosa como sana, es puro deleite el conjunto y la armonía de las sensaciones. Calienta el alma y el espíritu. Un "clásico" riojano, elegante, diferente, con garra, argumentos interminables, todo un ejemplo.

En fin, ha sido mi última botella...

Escucho el tema del bueno de Lyle Mays, Eberhard. Sin saberlo fue su última grabación en forma de homenaje para el gran músico, contrabajista Eberhard Weber.

 

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