EL VINO

En tan solo unos meses he podido ver el nacimiento de un tinto de anchuras y enorme RCP, al cual le continua al paso en su variedad blanca, con Macabeo y una producción ínfima, tan solo 3.100 botellas.

LA BODEGA

Firé se distingue entre los mallos del prepirineo, y da nombre a este vino. Pegalaz, la tierra donde se cultiva y elabora el vino Firé. Continuamente estamos buscando esos vinos que parecen diseñados para otra época, esos vinos que imponen modas. Vinos que aúnan enormes sensaciones frutales con peso en boca, frescos por su aporte balsámico y aferrado a su terroir. Vinos que hablan de su parcela, de sus viñas que se impregnan de la añada. De zonas por descubrir, si además le acompañan el diseño en su presentación hemos dado con una joya que pide su sitio en el mercado. Un trabajo propio de personas que tienen eses Don especial de intuir y sentir estos vinos incluso antes de catarlo, hablo de firé el descubrimiento y de Antonio Pacheco su descubridor, quién me presentó a la versión tinta y hace tan solo unos días a su versión blanca. Esta elaboración sobre lías somete a la variedad blanca Riojana por excelencia a enfatizar una de sus características más preciadas, su lenta oxidación, dotando en esta ocasión de un perfil semejante a las grandes elaboraciones de Languedoc. Toques de palomino, frescura y pronfundidad.

LA CATA

Vinos de la talla de este macabeo elogia al comensal, a los elaboradores y productores, dignificando la palabra vino inteligente. Concentrado y rotundo en su profundidad, se presenta cremoso, la fruta emerge con tintes maduros, mateniendo un perfil fresco, con notas cítricas y toques minerales, engarzados con recuerdos vegetales de matorral. Graso en boca, su paso nos aporta sensaciones de mantequilla, bien soportadas por su buena acidez con muy buen volumen que realza la permanencia y atrapa los aromas en el postgusto. Sin duda un vino a probar y repetir, el problema; sus 3.100 botellas de producción.