Cote de Beaune es tierra de chardonnay. Pero en Corton, el pinot reina casi supremo; y digo "casi" como no fuera por un tal Carlomagno. En un año tan irregular como 2001, este grand cru, con la ayuda de una bodega ilustre como Remoissenet, ha hecho valer sus reales.
Desde que uno lo descorcha, el vino destaca por su pureza, empezando por su tono rubí-escarlata de capa media-baja. En nariz exhibe una finura y elegancia notables, entre tonos bien definidos de rosas y geranios, frutos del bosque, un exótico toquecito de palo de regaliz, caramelo y tierra de maceta. De amplio volumen, de paso decidido y de sedosa tanicidad, tiene un paladar medio cargado de frambuesa y otras delicias. Conforme se asienta en la copa se va acentuando su tanicidad, y se cierra un tanto en nariz; señales de que este Corton tiene en reserva varios años en los cuales bien puede ganar en complejidad, pues de momento se mantiene muy primario.
Los grand cru pueden ser (y lo son) muy variables. Pero sostengo que un grand cru debe serlo cuando se le exige que lo sea, y eso es en la cosechas duras. A 59 CHF en Zurich (unos 39 euros), me parece una excelente opción para mis dos lectores.