Dorado intenso limpio y con brillos.
En nariz este vino es la quintaesencia de lo que debe ser un riesling viejo. Leves notas de hidrocarburos, un alma de flores secas, frutas blancas maduras, cítricos confitados, toques minerales, miel, especias, jengibre. Con intensidad, con madurez, con mucha elegancia, va mostrando poco a poco todo lo que lleva dentro. Una delicia la fase olfativa de este vino.
En boca no llega a tales niveles, pero se mantiene muy dignamente. Hay acidez, hay ligereza, hay estructura, hay concentración, hay vino, mucho vino. Se le nota ya algo cansado, quizá por una conservación no ideal, pero aun así nos llena de satisfacciones. Final de frutas maduras y cítricas, con un dulzor ya perfectamente integrado. No muy persistente, aunque sí muy elegante.
Nos encontramos ante un ejemplo de ese dicho de lo bien hecho bien dura. Sin estar ante un productor y un pago “top” de Reinghau, sin haber tenido una conservación perfecta, estamos ante un vino que, 38 años después, da la talla sobradamente. Si es que los de la quinta del 71 somos de una pasta especial...No puntúo. ¿Para qué?
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