Dorado intenso, ligeramente turbio.
Nariz de media intensidad, profunda, con mineralidad. Toques de flor marchita, de frutas maduras, hierbas aromáticas, lavanda, cera de panal, piel de cítricos, miel, especias. De gran equilibrio entre toques frescos y maduros. Original y elegante.
En boca es un vino denso, con peso, estructurado, con una acidez bien integrada, de paso redondo. Final largo, con amplitud, tras el que quedan notas florales y frutales, con una ligera sensación salina y mineral. Buena persistencia. Para guardar un tiempo, aunque ya puede disfrutarse.
Los vinos de Zidarich son muy originales y este Prulke a pesar de su coupage más internacional (por la Sauvignon) es igualmente personal. Muy mineral y salino, es un blanco de mucho carácter, que no gustará a todo el mundo, pero que lleva el marchamo de lo auténtico. Sobre los 24 euros, correcta RCP.