Si Mozart fuera vino…

Amarillo dorado limpio y brillante.

Nariz de media intensidad, necesitada de aire, cambiante, con continuas fases de desarrollo. Al principio destacan los toques de hidrocarburos para pasar a una fase de enorme profundidad frutal, herbácea, mineral y cítrica. De igual modo se advierten recuerdos especiados. Con más tiempo aparece una deliciosa fase floral de rosas, siempre expresada con gran complejidad y elegancia.

En boca es un vino tremendo, sublime. El ataque es ligero y con su integrada acidez parece más grácil, pero el final tiene tal profundidad y persistencia que sin duda nos impresiona. Deja recuerdos frutales, florales y minerales quedando su impronta durante un largo tiempo. Graso y con mucho peso, pero tremendamente equilibrado de registros. Acaba de nacer y será muy longevo, para guardar décadas.

Enorme vino, sin duda uno de los mejores blancos secos del mundo y el mejor Grünner probado hasta el momento. Tras una elaboración biodinámica radical y una larguísima crianza hay un vino personalísimo y ante todo de una calidad de bandera, de las que hacen que te quites el sombrero. Unos 80 euros, algo caro, pero sinceramente inolvidable.

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