Mejor de lo que se dice (y con futuro)

Reconozco que soy amante y asíduo consumidor de Viña Arana, en especial de esta añada que o tiene muchas botellas o se vende muy poco. La prueba es que siguen quedando a mantas, en muchos comercios especializados y no especializados, cuando ya ha salido el de 2004.
Encuentro en cada botella un magnífico clasicismo riojano. Un vino largo, profundo, adictivo, del que es difícil cansarse.

VISTA: Rojo rubí con discreto ribete teja. Menos evolucionado que otras botellas catadas hace no mucho. Capa media-baja, clásica de estos vinos (un defectillo con el que ya contamos en esta D.O.C.)

NARIZ: Guindas en licor en los primarios, mucho cuero viejo bien ensamblado con la madera.

BOCA: Frutas rojas de intensidad media (fresas sobretodo, no tanta fruta en licor como en nariz). Alcohol mejor integrado en boca. Una vez más nos trae sutiles recuerdos a la buena Borgoña. Buena madera de cedro que predomina, por crianza y años. Especias provinentes de su paso por barrica, que le dan ese cuerpo que les falta a, por ejemplo, los Tondonia. La pimienta, junto a la acidez, lo hace perfecto para acompañar cualquier plato.

Catado en copa tipo borgoña, creo que agradece la decantación al ser un vino con años pero aún muy vivo. Con todo, no es necesario si se abre dos horas antes.
Maridado con foie-gras mi-cuit con reducción de P.X., queso roquefort y un tartar de buey bien sazonado.
Una delicia, demasiado breve.

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