Pomerol soberbio

Un pálpito. Pomerol. Latía de emoción el corazón ante esta sutileza, elegancia, feminidad. Decían los comensales que estaba el vino para invitarle a cenar, y luego bailar con la botella. Violetas aún dando giros, mineral. La boca es un espectáculo aterciopelado con un paso tan profundo como si se hiciera una intensa calicata en los suelos de la orilla derecha para ver qué se cuece por ahí. Realmente soberbio.

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