Un 1997 bien conseguido

Color rojo picota, limpio y con lágrima abundante.

Intensidad alta, dominan los aromas de la crianza: excelentes especias –para mí es la característica fundamental de este vino-, vainilla, roble tostado, eucalipto. Se aprecia fruta negra madura y sensaciones cítricas.

En boca posee muy buena concentración, de volumen amplio y cuenta con una acidez domada en una dificilísima añada en toda la región de Burdeos. Alcohol bien integrado. Es suave, goloso y su postgusto es muy largo.

Este vino mítico de Saint-Émilion Sus actuales propietarios han incorporado técnicas modernas con el fin de que alcance una mayor concentración, volumen y aromas más golosos. No obstante, siguen apreciándose las líneas básicas que ya poseía con los anteriores propietarios: austeridad propia de un Médoc, notas especiadas distintivas y una complejidad difícil de adquirir por la inmensa mayoría de los vinos.

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