Un Pequeño Gran Vino… A un precio diminuto

Este vino concentra todo lo que se le puede pedir a un gran vino a menos de 9€ la botella. Cuántos, cuántos vinos he probado que llegaban y en ocasiones superaban los 15€ que no te ofrecían tanta belleza a la vista, tanta delicia aromática, tanta personalidad en boca.

Es de un precioso y resplandeciente color picota, con ribete en transición del violáceo al amarronado y con capa media que, gracias a su brillo acaramelado, crea la ilusión de un terciopelo traslúcido.

La fruta negra fresca, sin compotar, es lo primero que se hace notar en nariz. En un principio es una nariz apocada, poco invasiva. Imperceptiblemente, los aromas balsámicos -mentolados y regaliz- se van haciendo presentes, de la mano de la mina de lápiz y la picante pimienta.

Pasada hora-hora y media, las notas dulces reclaman protagonismo y el olor a la crema recién batida, al aroma de la pastelería, sale a la calle para perseguirte y hacerte entrar a comprar un bollo... sí esa crema de bollo y esa fruta que ya va convirtiéndose en golosa mermelada sobre ese delicioso pastel.

Pero antes de llegar a esta fragrante golosina, ya te ha pedido permiso para entrar y cuando se lo das, no lo hace tímidamente como cuando llamaba a la puerta de tu nariz, lo hace con contundencia, con cuerpo imponente y sin disfraces, de fuertes taninos pero tan bien integrados, que no molestan sino que al contrario, otorgan carácter.

Hace el recorrido hasta la garganta dejando su impronta en todas y cada una de las papilas gustativas e imprimiendo su huella en el paladar. Cuando lo mantienes allí unos segundos, sin permitirte tragarlo, crece, crece y crece, hasta duplicarse o triplicarse en sabor.

La acidez que lo envuelve puede que algunos le resulte áspera, pero en mi caso, le da una frescura tal que te invita a seguir y seguir bebiendo, significando un esfuerzo el tener que abandonarlo a media botella.

Dándole vueltas y habiendo dejado pasar seis horas, consigo calificar esa acidez como la acidez de una frambuesa, que cubierta por la rica crema y el sirope de la golosina, sólo te hace guiñar un poco los ojos al notarla, pidiéndote que hundas de nuevo la cuchara en ese postre tan rico y lleno de contrastes.

Cuántas, cuántas cosas te puede contar este pequeño gran vino…

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