Te habla.

Picota muy cubierta con menisco cardenalicio. Capa muy alta.
Fastuosa nariz, compleja e intensa. Debutan las trufas y el bosque umbrío, quienes son relevados por los frutillos del bosque, el café, los ahumados, la pimienta, el cuero, el anís, los balsámicos...
En boca...si le escuchas con atención le llegas a oir.
Habla alto y claro, y habla de la austeridad y franqueza del pueblo manchego, de los "bolos" fronterizos. De su rotundidad. De su desdén por las medias tintas.
Te habla de su agricultor, de cómo mimó los racimos.
Te habla con dulzura de una merienda a base de ciruelas negras muy maduras tras una dura tarde de faena.
Te habla de cómo mascaba sin cesar regaliz de palo mientras podaba, para mitigar el dolor que sentía cuando sacrificaba a unos para enaltecer a otros.
Te habla de sus noviazgos con queseras de la tierra, y alguna frivolidad con francesas.
Te habla. Te habla y te habla sin cesar.
Y después de que haya callado, lo sigues escuchando, tiempo y tiempo...
Y no puedes sino sonreir ante ese maravilloso recuerdo.

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