Color ambarino claro con reflejos cobrizos y una ligera presencia de precipitados.
En nariz es intenso y profundo. Floral en el inicio, con notas de violetas y jazmín, con presencia de fruta blanca madura, como albaricoque o pera, recuerdos de miel, minerales y especiados. Al rato aparecen también registros de uvas pasas, café o anisados. Muy cambiante y sobre todo muy personal.
En boca es un vino especial, es pleno, intenso, de un ataque contundente que se compensa con una acidez media y elegante y un final largo, muy largo, que deja recuerdos de pera amarga en al paladar. De corte muy untuoso, acompaña muy bien pescados grasos o carnes blancas (maravilloso con el bacalao con “boletus edulis” de ayer).
Quizá lo que más valoro de un vino hoy por hoy es que sea diferente, que me sorprenda. Y este Condrieu lo ha hecho de manera muy grata. Distinto y diferente a todo, lo recomiendo sólo para grandes bebedores de blancos, no es un vino fácil. Está ya al límite de su consumo, ha alcanzado su cenit. No conviene olvidar que los Condrieu son vinos de vida media. Un excelente vino, sin duda. Un poco caro (unos 40 euros), pero merece la pena.