Invité a mi hija de cuatro años a que metiera la nariz en la copa: "

Invité a mi hija de cuatro años a que metiera la nariz en la copa: "Huele a pera y a flores", me dijo. ¿Cabe mayor halago para un vino que expresa con limpieza y nitidez su variedad? Porque este gerwur aragonés es franco y directo, tan perfumado como fresco. En boca esa frescura se combina con precisión con una entrada dulce y un final deliciosamente amargo. A eso hay que añadir una untuosidad que le dota de estructura y armonía. Degustar este vino me recuerda mis inicios hace años en esta variedad, y la estusiasta excitación del principiante ante la posibilidad que le ofrecía un blanco de nombre impronunciable entonces desconocido, exótico y original. El placer que le proporcionó a ese degustador infante e inquieto que yo era, y aún soy, he vuelto a reencontrarlo ahora. Ésa es parte de la magia del vino.

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