Un rosado regalado por Mario Estevez en una visita a Salamanca y que había quedado olvidado en el armario durante más de un año. Rescatado a tiempo para acompañar un meloso arroz de conejo. El vino sigue estando vivísimo. Aromático y complejo en nariz. En boca es sabroso, equilibrado, con buena acidez (fresco), dejando un postgusto largo muy agradable. Invita a beber y marida fenomenalmente con el arroz. Un rosado muy bien resuelto que resulta toda una sorpresa, especialmente por lo bien que ha aguantado el tiempo en botella. Excelente el trabajo realizado por Joan Milà en esta bodega salmantina. Un rosado a seguir en futuras añadas.