Embotellando el tiempo.

Un mensaje en una botella. En 23 años, no varía mucho: sólo se despoja de lo accesorio y se queda con la esencia. Igualito que un film de Robert Bresson: sobrio y austeramente poético.
Rústico en carácter y murrietano en acidez.
¿otros 23 años?

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