Gloriosa senectud.

Vino encerrado en una botella de diseño italiano que está a mitad de camino de las bordelesas y las borgoñonas, vestida con una elegante etiqueta de diseño moderno y colorista, en la que predomina el negro y el color rojo. En el corcho se nota el transcurrir de los años, pero mantiene el tipo. Aconsejo abrir la botella con un sacacorchos de láminas.
A la vista me encuentro con un vino de capa media-alta, bonito color rojo picota y rubí, limpio y brillante y en el que aparecen notas teja. Buena y densa lágrima que se desliza con pereza por la copa. Menisco rubí y notas teja.
En nariz, me encuentro con un vino cerrado. Necesita aireación. Realizada esta, se manifiestan buenas y sutiles frutas rojas y negras del bosque en sazón, notas de pimienta negra, balsámicas y minerales. Leves terciarios tales como cacaos, chocolate y frutas negras pasificadas.
En boca es muy elegante, sedoso, aterciopelado, un vino con volumen, te llena sedosa y fínamente la boca. Mantiene la carga frutal percibida en la fase olfativa, taninos domados, elegante madera muy integrada. Leves notas de alcohol. Permanece con una elegante acidez que invita a beber y que le dará algún que otro año más de vida. Le calculo 3 o 4 años más. Muy elegante, fino y sedoso paso de boca. Es un vino muy largo. Me da una permanencia de 3,15 minutos.
Quiero hacer constar que con este vino, hace casi 15 años, hice mi primer contacto con los vinos de Pagos del Vicario. Gloriosa y satisfactoria relación.

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