Como diría Julito...la vida sigue igual.

Como bien dice Daniel, un Saint-Julien señor. De color granatoso ligeramente atejado, con una nariz que pide tiempo y aire, fruta roja y negra madura, mermeladas y bombones, notas de pan tostado, café, chocolate fundido y ceniza, con fondo terroso bien intenso. En boca el vino entra suave y se va desarrollando explosivamente, con buena acidez que le confiere viveza, un tanino bien redondeado e integrado. Vino bien estructurado, potente y elegante a la vez. Final largo, no termina, invita a meter otro sorbo. Saint-Julien de cine, con triángulos de queso del Roncal.

Siempre un valor seguro, este "super second" es la quintaesencia de Saint-Julien: un vino que une como pocos el encanto de la frescura con la austeridad requerida para envejecer.
Aromas ahumados, cedro, grosellas super maduras, un toque de regaliz, pólvora, moka, confituras de gran clase y una frescura que recuerda al rocío de la mañana. El paladar es bellamente delineado y simétrico, de firme estructura con una copiosa cantidad de fruta y un matiz mineral obvio (por cierto, Beaucaillou hace referencia las "bellas piedras" --cantos rodados-- que cubren el viñedo) que apunta claramente a otros 10 años de calabozo. Un vino clásico, elegante, que se cierra luego de un rato y se muestra taciturno, pero igual de hermoso.