Hace una semana se presenta una señora de más de 75 años, que evidentemente no sabe nada de vinos, me regala dos botellas de vino de más de 11 años, según su expresión, evidentemente con una buena intención.
Al ver que se trataba de El Coto crianza del año 2001 y 2002, a los de mi casa, todos más o menos aficionados a los vinos, se nos puso una sonrisa en los labios y solo eso.
Hay, día de perros climatológicamente hablando por estas tierras, tenía yo ganas de experimentar o de jaleos que diría mi esposa y he abierto la del año 2001.
De entrada el corcho en muy buen estado, con el vino subiendo como un centímetro y medio desde su zona inferior. Al mirar la copa, una capa más bien de tipo medio, con los bordes tejas, pero no muy caído en su tono.
En la nariz interesante, equilibrado, con la madera presente y aun con la fruta, pero sobre todo, con esa sensación de un vino con años, pero en buena forma.
Al paso por la boca tiene su cuerpo, con la madera muy agradable y apreciando la fruta y los taninos.
Paso de copa a todos los miembros de la familia presentes y todos al unísono: está muy bien.
Sorpresa más que agradable y nueva cura de humildad, con una cata de vinos.
Muchas veces se ha dicho que hombres y mujeres que en su juventud eran más bien poco agraciados, te los encuentras a los 50 a 60 años y te parecen, con un buen aspecto y evidentemente no te parecen “feos”, pues eso me parecido a mí este vino en el día de hoy.
Me hubiese gustado ver en una cata ciega, el puntuar a este vino con otros de su edad, a esos que entre líneas te dicen o escriben que solos saben ensalzar, Borgoñas y Barolos.
Queda pendiente el abrir la del año 2002, pero ya hoy no va a ser.
Evidentemente no voy a puntuar.