Un vino que pone en su lugar a uno que otro pontífice

Por si mis dos lectores quisieran saber cuánto aprecio este vino, les contaré que ayer, cuando vi esta botella, no dudé en dejar atrás un gevrey-chambertin de nada menos que Claude Dugat la cual ya llevaba entre las manos.
No es sólo que el 98 en Pessac-Leognan fue lo mejor en toda la margen izquierda. Es que con 11 años encima, había una buenísima posibilidad que este Domaine de Chevalier esté llegando a su apogeo. Y me equivoqué, porqué todavía tiene en reserva.
El vino conserva el mismo perfil mineral, "cenizo", con una fruta de exacta madurez y definición, integrada con suaves ahumados, cuero, toques balsámicos y de bosque húmedo. Ni una sola nota de reducción o suciedad. En boca es firme, de recorrido sostenido que va dejando pura fruta y minerales y se hace acompañar por una tanicidad estupenda y final que se niega a irse. Este vino puede dar y dará más de sí por otro buen rato.
Sería tonto afirmar que Chevalier es subestimado. Todas las añadas que he probado dan testimonio de un terruño que no cede a las modas, quizá no con la potencia de otros pero con una elegancia y clase que, a los precios que se piden (59 CHF, unos 39 euros), deja muy mal parado a un Papa, un tal Clemente.

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