Es una de estas botellas que te miran y te llaman a abrir las a pesar de que la tendencia natural es guardarlas, ... guardarlas y seguirlas guardando.
Aroma que roza la complejidad absoluta, flores azules secas, armario viejo, tierra mojada, trufa negra y un sinfín de sensaciones prácticamente indescriptibles.
Boca suave, pulida, intensísima, acidez admirable para la edad, boca expansiva y redonda, dotado de una tremenda personalidad, porque bajo una apariencia un tanto frágil o delicada se esconde una alma mucho más férrea de lo que parece.
Para seguir guardándolos tanto como se pueda.
Si que tienes razón yo también prefiero el Bosconia 81 que el Tondonia del mismo año. Estos vinos cuando llegan a la madurez son algo espectacular y único, pero es tan difícil guardarlos ¡
Un abrazo
Federico
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