Siento debilidad por este vino, en el que creo que se expresa

Siento debilidad por este vino, en el que creo que se expresa arroyadoramente el terruño. Puede que la potencia le pueda a la elegancia, que la maduración de la fruta se haya llevado demasiado al límite, que su acidez se quede un poco justa, pero expresa sin complejos una personalidad original donde la tierra y el mineral nos dicen que ahí hay alma. Su fruta negra envuelve ese terruño al que salpican leves notas balsámicas de corte mediterráneo. En boca, ya completamente pulido, es pleno y carnoso, otra vez más potente que elegante sin llegar nunca a la rusticidad. Dulces taninos terminan por dejar ciertas sensaciones licorosas nada molestas sobre las que, además, el mineral y la tierra acaban por imponerse en su excelente persistencia. Hay madera, sí, pero no se nota. Pocos vinos españoles pueden presumir de tener alma propia.

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