Sucumbir ante una reliquia

Es una gozada verlo desparramarse por el cuello del decantador. Lo hicimos así, lentísimamente, casi a gotas, sonaba al caer. Una maravilla de tonos y perfumes. La boca se llenaba de una exhuberante acidez, con una evolución instantanea al mejor bouquet, con una idea en boca que ilustra perfectamente el maravilloso hacer de esta bodega, fragilidad, finura, vigencia, sabor...

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