Ese amargor...

Se rompe el corcho y obliga a decantar. No parece que el estado del corcho haya afectado al vino.

Nariz de intensidad media muy mineral (piedra seca) y con fruta roja y negra madura y monte bajo. Con aireación abre notas florales, especias (pimienta, clavo), tabaco... Gana y gana con el tiempo.

En boca entra fresco y sorprende por su cuerpo ligero, bien balanceado y con buena acidez. Tanino pulido y un amargor sabroso. Persistencia media y posgusto mineral, especiado y con final amargo bastante marcado aunque no llega a ser molesto. Leo que fue fermentado con todo el raspón, así que lo atribuyo a esto. No es mi estilo.

Parece mucho más joven que un 2013. Y es un estilo bastante diferente de lo que recuerdo del 2018 que caté el año pasado: este era un vino más contundente y hedonista, tanto en boca como en nariz. El 2013 es más etéreo, ligero; muy elegante pero distinto. Tiene toda la pinta de que puede evolucionar muchos más años, pero de momento me quedo con el 2018.

Tras los 100 puntos Parker de la cosecha 2020 los precios se han disparado y la RCP deja que desear.

PD: el segundo día el vino está alto más redondo y el amargor ha remitido parcialmente. 

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