Un blanco libanés de la mejor bodega del país. Con mezcla de dos variedades locales, obaideh y merwah, que tienen su correspondencia con la chardonnay y con la sémillon, respectivamente. Por tanto, tenemos un vino que puede tener concepción borgoñona y bordelesa al mismo tiempo. Y es así como nos ha parecido; posee por un lado la acidez y la verticalidad y por el otro la fragancia y la opulencia bien contenidas. Todo ello bajo un manto mineral y con un carácter clásico (sólo 12.5º y presencia de madera vieja que no atosiga). Un vinazo hecho para envejecer. Como dice la gente que sabe, son muy pocas las bodegas que hagan grandes tintos y grandes blancos. Y ésta también elabora rosados de mucha clase.
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