Otra de las mil bodegas de Borgoña que no conocía. Además de la zona de Vezelay, región en la que todavía estoy bastante pez. Se trata de una chardonnay pura y sin ambages, sin maderas, sin vainillas ni toques artificiales. Bien de acidez, con una grasa medida, sin alcohol y que hace salivar. Desde luego que es un blanco identificable y del que repetiré seguro. Aún tratándose incluso de un 2022, se bebe perfectamente, aunque también es cierto que este tipo de blancos me gustan jóvenes.
Utilizamos cookies propias y de terceros con finalidades analíticas y para mostrarte publicidad relacionada con tus preferencias a partir de tus hábitos de navegación y tu perfil. Puedes configurar o rechazar las cookies haciendo click en “Personalizar”. También puedes aceptar todas las cookies pulsando el botón “Aceptar”. Para más información puedes visitar nuestra Ver política de cookies.