C de colaboración, "Wim War", el holandés volador, Armando Guerra, Juan Jurado, la mirada de Alberto Orte y de Marcelo Retamal también orbitan en el nacimiento de este vino que tiene la lengua vestida de flor, la flor cruel que se lo come todo como una mala bestia, simpática alimaña.

Del "Pago de Mahína" transita la "listán" hacia una bodega "Sanluqueña", "Albariza de Barajuela", "Vinos Según CEDE"; taberna enterrada, clientes que caminan tan torcidos como liebres deslumbradas, criadores de embriaguez, cuidadores de criaturas libertinas, desorden ruidoso protegido por el control parental, frutas sabrosas, desarmando a la Paz dentro de una tendencia hostilmente secante.

Herencia pensada, viejo experimento escondido en una caja de madera veterana, sustancia fluida comprensivamente mutada a base de bastoncillos juveniles, gabacho relleno de tierno enamoramiento, energía manantial capturada en una cárcel acristalada, belleza efímera, líquido platónico.

Color amarillo limón con el ribete de oro blanco, limpio y brillante.

En nariz es medido pero atractivo, delicado y elegante, aromas de frutas blancas y flor de azahar, polvo de tocador y talco con un trasfondo de frutos secos.

En boca es fresco y equilibrado, pulido, ligero y  con presencia aterciopelada en el paladar, sin aristas, armónico, suavidad melódica que aporta una experiencia deliciosamente sabrosa.