Pale dry

Botella de finales de los 60, con un perfecto estado de conservación, tanto de líquido, como por la etiqueta y el corcho. Conseguida, as usual, por el rey de los viejunos, Henry.

Cobrizo que no llega a ser marrón. Limpio y brillante al menos en las 3/4 partes de la botella. A partir de ahí, empiezan los minúsculos posos en forma de granos de café: qué se le va a hacer.

Nariz reconfortante, de las que son muy complejas, y que aun retándonos también se presentan amables, quizá fruto de la redondez que los años otorgan. Fruta escarchada, agua de azahar, bollería, caramelo, botica, sal y muchas cosas más. 

En boca podríamos pensar en un oloroso jerezano, tocado quizás con algo de PX, desconozco si esa fórmula era habitual en la época. Paso abocado, con un punto dulce óptimo, todavía salvaje en cuanto a carácter cortante y alcohol y una infinidad de matices que va desplegándose armoniosamente.

Final largo al que, con cada sorbo, se le sacan matices nuevos.

Para no aburrirles, pero contar algo de esta extinta bodega, les diré que Duff data del siglo XVIII, que es de procedencia británica y que fue durante más de doscientos años una bodega puntera, con más de mil botas. Posteriormente, en los años 70 fue comprada por Osborne.

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