Sólo cuando vamos a casa de nuestro amigo Ignazio solemos beber estas botellas tan ricas de su tierra. Botellas, zonas y uvas de las que soy un absoluto desconocedor. El vino de hoy, proviene de la zona de Mandrolisai (primera vez que oigo hablar de esta denominación) y se elabora con cannonau, muristellu y monica (he probado algo de las dos primeras variedades, la tercera tampoco me sonaba de nada). La bodega se llama Fradiles y al parecer es la más reputada de la región. Vamos a ello… el color es picota oscuro de capa alta, es limpio y brillante. Los aromas los notamos expresivos desde el descorche, con predominancia de fruta negra (muchísimas cerezas), de hecho, pudiera parecer que en vez de uva, estuviera hecho con esta otra fruta. También detectamos algo de chocolate negro, toques punzantes, madera nueva y un toque salino final. En boca es un vino contundente, con un paso aterciopelado, notable grado alcohólico, buena acidez y escasa madera. Siguen saliendo tonos a cereza, esta vez en forma de kirsch. Final largo y primario. Rico. Puro mediterráneo.