Al parecer, los vinos de Nathalie Vigot son casi de culto. Yo no solamente no los había probado, sino que además tampoco los conocía ni de nombre. He empezado, de casualidad, por su vino más humilde, así que mejor imposible. Ya de primeras nos sorprende tanto el color como la capa, que son respectivamente oscuro y cubierta. A partir de ahí nos encontramos con unos aromas intensos, eminentemente primarios y una boca sabrosa, que hace salivar, aterciopelada y con un regusto dulce, más propia quizá de un tinto joven del valle del Ródano, un monovarietal de syrah por ejemplo. Rico, aunque con unos registros que no sabría identificar a ciegas. Seguiré subiendo peldaños.
Utilizamos cookies propias y de terceros con finalidades analíticas y para mostrarte publicidad relacionada con tus preferencias a partir de tus hábitos de navegación y tu perfil. Puedes configurar o rechazar las cookies haciendo click en “Configuración de cookies”. También puedes aceptar todas las cookies pulsando el botón “Aceptar”. Para más información puedes visitar nuestra Ver política de cookies.