Bodegas Torres es una empresa tentacular. Elabora un número impresionante de vinos en España - Costers del Segre, Conca de Barberà, Penedés, Priorat - y conquistó también el Valle Central de Chile en 1979. Todas estas botellas suramericanas llevan el mismo sello : una llama, de pie, en equilibrio sobre dos montañas de la Cordillera de Los Andes.

       Este blanco de color amarillo pálido, limpio y centelleante, viene marcado por aromas finísimos de narciso, de limonero en flor, de palo de rosa y de mango cocido. Encontramos también un no sé qué de confitería. Delicado, sutil, da la sensación de estar delante de un vino llegado de otro planeta.

      Menos contundente que en nariz pero dotado de frescor, finura y complejidad, en boca, se presenta con un chispado de acidez matizado por una leve sucrosidad que nos remite al aguaymento. Rebosa de fruta - toronja roja, zumo de chirimoya, grosella espinosa, perla de Csaba - y asombra por su ligereza y equilibrio. Proporciona mucho placer de principio a fin con sus notas finales de almendra dulce. Marida bien con la comida y no merece la triste suerte de estos vinos baratos, condenados a muerte por unos cocineros en el fondo de una cazuela.

      En breve, se trata de un vino hecho para ser bebido joven. Por su precio y lo que ofrece, puede ser considerado como uno de los mejores blancos orgánicos chilenos, a la altura de la cuvée " Emiliana " de " Bodegas Novas." Lo hallamos fácilmente en los supermercados, al mismo precio que el tinto " Las Mulas Carmenere." ( PVP : 7,80 € )