No estaba seguro si había probado algo de este productor. Joven no, pero quizá sí viejo. En todo caso, sabía por lo que me dijo mi amigo Enrique que el estilo era clásico. Y doy fe de que lo es.

Capa bajísima, limpio y brillante, color granate terroso.

Ya en nariz las impresiones son muy buenas desde que lo abrimos, pues tiene muchos toques a violetas y fresas. Acompañados, claro está, de los consabidos matices a monte bajo, pimienta, tomate, hierro, humedad y bosque.

En boca está fenomenal, nos dijo Eusaenz que la 2017 es más accesible que la 2016, poco he probado de ambas añadas, pero esto se puede beber ahora perfectamente. Tiene taninos, juega perfectamente con la madera que es prácticamente imperceptible y aunque marca 14.5º, de alcohol no va sobrado. El paso es primario, vertical, secante, apretado y hace salivar. Un Barolo puro y sin artificios, directo y picante.

Final largo y perfumado.

Está tremendo. La familia, accionista de Ferrari, posee viñedo en La Morra desde el siglo XIV. Creo que no tiene importador en España.