Volvemos con este chardonnay chileno del que habíamos probado las añadas 2017 y 2019, ambas sobresalientes. Decir que las etiquetas de las botellas anteriores eran naranjas, y ésta sin embargo es blanca. La sacamos de la nevera, la abrimos y esperamos unos 15 minutos para proceder con su valoración a 11°C. Tapón de rosca.
VISUAL: Su color es amarillo pajizo, pálido, muy brillante y con algún reflejo acerado (86).
OLFATIVA: Muy intenso aromáticamente, con fragancias de fruta tropical brutales, piña, maracuyá y algo de plátano. Agitamos y asoma un puntito de fruta blanca (manzana verde), con un toque herbáceo de hinojo y otro más vegetal a espárrago blanco. También hay notas florales de azahar. De intensidad alta y bien de complejidad (90).
GUSTATIVA: Muy fresco de entrada, con una alta acidez, voluptuoso y con la fruta exótica por todas partes, lichi, piña y plátano marcados. En retronasal se muestra herbáceo pero el post-gusto mantiene el predominio de la fruta tropical. Incluso aparece un toquecito dulzón de fondo que nos recuerda a un caramelo de piña y limón. Vino muy expresivo, sobresaliente en boca (90), aunque un pelín por debajo de las añadas probadas hasta la fecha.
La RCP es excelente. Conseguí esta botella por menos de 4 euros al cambio.
MARIDAJE: Nos lo tomamos con un rico zancocho colombiano que preparó mi mujer y que disfrutamos con unos buenos amigos. Vino con el suficiente carácter como para lidiar con los intensos sabores vegetales y cárnicos del exquisito zancochito.
VIDEOCATA: https://youtu.be/VQyTLO1fFuQ
Salud-os!!
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