Hace años, muchos años que no veía un rosado de crianza y con la categoría de reserva. Me acordaba de aquel P.B. de la D.O. CIgales de los años 60-70 durante mis estudios universitarios en Valladolid.

    Es un vino presentado en una botella borgoñona que está vestida con la misma etiqueta que sus hermanos de finca, los Onomástica. Es sobria, elegante y moderna. El corcho que la cierra es de calidad, largo, tintada la cara que ha estado en contacto con el vino y en él se indica la añada y su nombre.

    A la vista un color rosa de capa baja, con notas anaranjadas y muy leves amarillas. Limpio y muy brillante. Ribete anaranjado. Con una abundante, gruesa y lenta lágrima en su carrera por el cáliz de la copa.

    En nariz ricas y frescas frutas rojas, crezas, mayuetas y ligera fresa madurando, leves cacaos y madera de su crianza en segundo plano.

    En boca es muy elegante, vigoroso, aterciopelado, untuoso, muy frutal, con volumen, equilibrado, muy fresco y vivo. Su permanencia en madera apenas se percibe. ¡Manda su fresca fruta roja!. Mantiene una fresca acidez que invia a beber y beber y que le va a otorgar muchos años más de vida. Muy grato, fresco, elegante y frutal paso de boca. Es un vino muy largo . Me da una permanencia de 3,30 minutos muy, muy agradables y frescos.