Vista: Rojo gastado con tendencia hacia tonos cobrizos, de capa alta y con el ribete ancho diferenciado en tonos rubí pálido. Limpio pero con poco brillo. Lagrima abundante, gruesa, densa y de caída lenta que tinta profusamente la copa. Sorprende por la evidente evolución que denota.
Nariz: Intensa, profunda y penetrante, fina, elegante y delicada, con buena definición y persistencia. Tiene una fruta negra ligeramente sobre madurada y con leves indicios de oxidación. Le acompañan aromas de canela, nuez moscada, piedra caliente, polvo del camino y un ligero fondo de cacao. Se confirma su evolución.
Boca: Entrada de buena intensidad y volumen, de potencia controlada, colmando la boca de forma agradable. Tiene formas delicadas y amables, con un tacto sedoso y un carácter goloso, pero sin empalagar. Recorrido largo y persistente, redondo y equilibrado, fiel a lo percibido en nariz, con la fruta igualmente sobre madurada pero con un aporte de acidez que contrarresta su dulzor y le aporta un punto más fresco, provocando que el trago sea largo, llenando sin cansar. Saboreamos ciruelas negras, arándanos y ciruelas pasas. Las especias muy presentes, de nuevo la canela y la nuez moscada. También el cacao gana más protagonismo. Ni rastro de alcohol (la etiqueta indica 16 º). Postgusto intenso y persistente que deja buena sensación.
Sorprende por su evolución, cuyo efecto se ha acentuado al esperar un vino más entero, denso y concentrado (Juan Gil - Monastrell - Jumilla). Sin embargo se aprecia que es un vino de calidad y aún se disfruta, y mucho.