Vista: Picota oscuro, de capa alta y con el ribete estrecho diferenciado en tonos violeta. Limpio y brillante. Lagrima abundante, densa, gruesa y de caída lenta que tinta profusamente la copa. 

Nariz: Intensa, profunda y penetrante, fina y elegante, con buena definición y persistencia. Frutos rojos maduros y dulces, ligeramente licorosos y sazonados con canela. Fondo de buena crianza a base de maderas nobles, cedro, ebanistería, crema pastelera y cacao. Convencional dentro del modernismo, pero de mucha calidad. La definición y persistencia marcan la diferencia.

Boca: Entrada potente, intensa y con mucho volumen. No hace falta salir a su encuentro. Te envuelve y colma la boca con una acidez portentosa y unos taninos tersos y carnosos, tensando el trago lo justo para hacerse notar sin resultar agresivo. Tiene una carga frutal enorme, que vertebra un recorrido muy largo y persistente, con magnifico equilibrio, dejándose influenciar por la madera para agradar aún más. Con semejante estructura sorprende con un paso de boca fácil y fluido. Nos encontramos la misma fruta que en nariz, también madura y dulzona en virtud del aporte licoroso. Ciruelas, cerezas y casis. Ligero toque de canela. Y la crianza, tan respetuosa como elegante, más liviana que en nariz y balanceada hacia la crema y el cacao. Postgusto muy intenso y persistente, en el que vuelven los frutos rojos alicorados dejando sensación plena y muy agradable.

Presencia, contundencia, elegancia y seriedad. Fantástico como tensa el trago sin perder un ápice de elegancia. Cuando encuentro estas cualidades en el entorno de los 40 €, siempre me hago la misma pregunta: ¿Y a partir de aquí que debo exigir?

Sobre 60-70 euros en mesa de restaurante con sumiller ad hoc.

Un vino violáceo profundo, brillante y con lágrima densa que tiñe mucho la copa, aromas pronunciados y largo, profundidad en primarios, secundarios y algún terciario. Fruta negra como mora, zarzamora, ciruela, cereza negra, yogur de frutos silvestres, nata, miel, violeta, lilas, nuez, almendras, humo, cenare, vainilla, tabaco leve. Seco con acidez alta y taninos altos, todavía jugoso, crujiente, por asedar en el tiempo, mucho cuerpo, tinta china. Pronunciado y largo en boca, con muchos recuerdos aromáticos y final con puntas balsámicas como mentolados y frutos rojos -negros ( cereza, fresa).

Excepcional con bife argentino o con churrasco a la brasa.

Equilibrado por presentar un alto alcohol pero con acidez taninos que lo harán envejecer más tiempo, pues presenta concentración alta pero necesita más años para dar esos aromas de evolución. La intensidad es alta y varietal, típica del Tempranillo en Burgos de zona fría y continental.