Joven y con mucha mala leche. No sólo hay que darle tiempo en botella, sino que además, una vez abierto, será mejor que nos lo vayamos tomando a lo largo de varios días. 

En la primera sesión, poco carácter varietal y algún toque raro. Incluso uno de los asistentes (que sabe mucho más que yo) dijo que le parecía oxidado. Tres días más tarde lo encontramos mucho mejor. Es cuando aparece la fruta negra, se perfilan los toques a tapenade y hacen acto de presencia las notas balsámicas y pedregosas.

En boca encontramos un acético que no termina de disiparse y un tanino feroz. Pero feroz, feroz, feroz. De los que resecan la boca un buen rato. No proviene de la madera, sino de una fruta muy apretada que todavía tendrá que abrir y tornarse más amable. Buena acidez y palpables notas punzantes. Curiosamente, el alcohol se sube algo más pese a sus 12.8º.

Final campestre.

Creo que tiene una buena materia prima, que se trata de una syrah original y rectilínea, pero que está demasiado joven. Joven incluso para puntuarlo.