La uva biancu gentile - un varietal autóctono de Córcega en peligro de extinción - ha sido recuperada por un puñado de viticultores entusiasmados y con gran talento : Antoine Abbatucci, Antoine Arena e Yves Leccia. Reputado por dar lugar a vinos para beber pronto, nos dimos cuenta de que - con el tiempo - es capaz de expresar a las mil maravillas la tipicidad del terruño.
De un suntuoso color dorado profundo, diez años más de guarda en una bodega perfecta lo han mejorado más allá de lo imaginable. Desprende un gran abanico de aromas, a veces un poco pasmosos : flores de naranjo de México, , pulpa de mango, cítricos confitados, anís estrellado, matorral y un toque de cera de carnauba. En boca, anda justito de acidez pero conserva lo suficiente para ser bebibo con mucho placer : en realidad, compensa con matices amargosos y minerales. Nos ofrece notas de chacabanos apenas maduros, de fruta china, de mazapán, de uvas pasas que recuerdan al Sauternes seco - al G de Guiraud, por ejemplo - y algo que se parece a la grana del paraíso. Redondo, graso, profundo, no carece de armonía ni de elegancia y sorprende por su volúmen y persistencia con su regusto a ajenjo y a piedra caliza. Semejante vino exigía platos delicados : brochetas de vieiras, blanqueta de rape y queso Brocciu tierno.
En diez años, Yves Canarelli ha terminado por imponerse como el mejor viñatero de la costa sur de la Isla de Belleza, a la altura de las puntas de lanza de Ajaccio y del Cap Corse, a niveles de precios iguales. ( PVP : 21 € )
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