Esta botella muestra indiscutiblemente una tempranillo ribereña y de perfil empireumático.

Llevaba tiempo con interés en probar este vino de la emblemática familia Moro y me llevo una grata satisfacción, veo un vino equilibrado y hecho, aún con estructura y de media dimensión. El carácter de Ribera del Duero y de su tempranillo sale tras cada movimiento de mano al agitar la copa. Hay también notas de tueste que recuerdan al carbón vegetal y al regaliz, que envuelve a una fruta del bosque elegante y de media intensidad. Hay algo de tizne de chimenea. La boca es rica, equilibrada, con un buen corazón de fruta negra ( ciruelas ) bañada en cacao bajo esa sensación de cierta sequedad que siempre deja. En el paso se notan los taninos algo más fundidos y proporcionan noble astringencia de chocolate negro amargo con su porción de licor de guindas. Creo que la botella lo va a mejorar y desarrollará unos terciarios que le darán complejidad. Me da la sensación de que es un vino con un pie en lo clásico, ya que me recuerda más a los riberas de los 90 que a los actuales ( nada de maderas aromáticas nuevas ). La botella la he comprado en una tienda que no tiene un buen sistema de climatización y puede que haya evolucionado en este sentido. Intentaré probar otra de más reciente añada para ver si es el estilo de la marca. Esta botella muestra indiscutiblemente una tempranillo ribereña y de perfil empireumático. Me quedo con las ganas de saber el significado del nombre, miraré en la web, el vino está muy bueno, como podríamos esperar de algo que proviene de la conocida familia bodeguera de Pesquera de Duero.