Como dice nuestro querido Eugenio que de esto sabe un rato, nos estamos retirando de la palomino sin flor ni encabezado. Indudablemente hay excepciones, pero en general es caro para el placer que da, suele estar sobrevalorado y no representa la tradición en la zona. A mí, además se me quedan habitualmente planísimos en boca. Por no hablar de los que son algo perroflautas (al menos conocemos una o dos etiquetas).

El de hoy sin embargo cumple, y con nota. Dorado, limpio, brillante y relativamente glicérico.

En boca es un blanco de una estructura media, tiene prestancia, muestra frescura, posee recuerdos de flor, todo está en su sitio y ofrece una cierta complejidad y profundidad. Cítricos, piel de melocotón, uva blanca, manzana y tiza. No pedimos más, porque seguramente esto es lo que da esta cepa así vinificada con tan poca edad.

Denle una oportunidad, está bueno.