Ha venido un pintor de cuadros a mi Casa.

Rojo picota de capa alta y pequeño ribete granate teja. Cuando uno se encuentra ante estos vinos se conecta al momento, entiende lo que fue y es Rioja y la categoría de Gran Reserva. La nariz muestra una paleta de pintor con aromas de frutillos rojos maduros diversos. El pincel los moja en canela, vainilla y ahumados. Antes de llegar al lienzo, ya que con la mano alzada al aire y en dirección del mismo, despliega matices de lavanda, hierbas aromáticas y flores blancas.  Al estamparlo en el boceto salen notitas de especias, tueste, cueros muy ligeros, sensaciones terrosas y cierta vegetalidad frutal que es una maravilla en cada pincelada que da.

Al hablar con él ( boca ) tienes una conversación desde el principio muy sincera, delicada en las formas y equilibrada en sus expresiones, es como si cada palabra ( sorbo ) midiese su espacio justo, siempre bajo la batuta de la fruta roja madurita, bañada en tostados, canela y vainilla, sin dejar de prestar atención a cada giro del pincel que da en el cuadro en cuestión ( y que sospecho que soy yo mismo ). La sobremesa es muy agradable, pero quizás las tazas de porcelana en las que tomamos el café eran minúsculas. Él habla con cierta ternura infantil frutal y se empeña en ello, pero al mismo tiempo con la experiencia y criterio de un señor mayor deja la impronta de unos taninos bien formados por el paso de los años, de la barrica matriz y bajo una clara característica sensorial terciaria ( personalidad ). Al final se despide de forma educada justo delante de la puerta, dejando el recuerdo en la casa de su presencia con un aroma que sale por vía retronasal y que recuerda a su personalidad frutal, terrosa, terciaria y señorial. Cuando vuelves hacia dentro y meditando con la cabeza baja con tus manos entrecogidas en la espalada, te das cuentas de que sin querer se le ha caído su pañuelo de color violeta al suelo y al recogerlo los aromas de fresas maduras, pimienta, tabaco, lavanda y nardos inundan tu recuerdo ( posgusto y retronasal ).

El jueves vuelve otra vez, que suerte tengo, ojalá viniese el resto de mi vida a casa porque a pesar de los años de este señor me hace sentir como si tuviera yo veinte, parece que es eterno en sus formas tan educadas. Lo que me da mucho miedo es lavar su pañuelo, quizás es mejor guardarlo en un cajón escondido y así me sirve para cada vez que quiera oler a La Rioja de forma más certera, porque a muchos se nos está olvidando de dónde venimos y donde esta nuestro mayor valor añadido. Permítanme esta licencia en esta cata ya que me ha salido mi vena más literaria, seguramente causada por el vino de Jerez, y las circunstancias.

Cookies en verema.com

Utilizamos cookies propias y de terceros con finalidades analíticas y para mostrarte publicidad relacionada con tus preferencias a partir de tus hábitos de navegación y tu perfil. Puedes configurar o rechazar las cookies haciendo click en “Configuración de cookies”. También puedes aceptar todas las cookies pulsando el botón “Aceptar”. Para más información puedes visitar nuestra Ver política de cookies.

Aceptar