Un vino estupendo, mediterráneo y que eleva la boca hasta cuotas muy placenteras.

Cereza de capa alta con ribete granate. Nariz con aromas de ciruelas negras en confitura y bajo notitas de cacao y menta. Hay matices cremosos, especiados, tostados, de regaliz, café, mentolados y licor de casis. Hay potencia, crema frutal e intensidad, notas terrosas, todo bajo un fuerte corazón especiado y frutal tostadito. En boca es de ataque frutal maduro, especiado y con sabores de cacao alicoradito. La evolución se acerca al concepto de lujuria sensorial ya que combina las ciruelas negras, el cacao, regaliz y las notitas alicoradas que son una delicia recordando al mismo espirito del vino destilado. Posgusto largo, placentero y con taninos cremosos. Tengo esta botella desde hace por lo menos 20 años y no sé si se sigue elaborando esta marca, pero este vino ahora mismo es como, por ejemplo, alguno de Ribera del Duero o Toro, al estilo más genuino de uvas viejas con maduraciones y maceraciones largas, 15 grados y maderas nuevas. En este caso Torres ponía en su etiqueta Liquor Wine, entiendo por la citada graduación ( aunque no especifica si se le añadía o no algo de alcohol, creo que no ). Es muy curioso como bailamos los conceptos en las diferentes épocas y como los conceptos se adatan a las circunstancias de cada momento y de los prescriptores. Un vino estupendo, mediterráneo y que eleva la boca hasta cuotas muy placenteras.

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