Recuperándose.

Vino encerrado en una botella bordelesa que está vestida, año tras año, con una sencilla y moderna etiqueta. El corcho que la cierra de silicona porosa. En el mismo se significa el nombre de la bodega y se indica que es reciclable.  La cara que está en contacto con el vino debilmente tintada.

      A la vista un color rojo picota y violáceo de capa media. Limpio y brillante. Muy buena, abundante, densa y lenta lágrima en su carrera por el cáliz de la copa al que tinta. Ribete granatoso y cardenalicio.

      En nariz frescas y abundantes frutas rojas en sazón y leves negras del bosque. ¡Huele a vino frutal!.

      En boca es jovial, muy frutal, elegante, equilibrado, sencillo y muy fino. Con volumen, pues te llena muy frutalmente la boca. Con los taninos domados y con una elegante acidez que invita a beber y que le va a dar 1-2 años en perfecta forma. Gratísimo y frutal paso de boca. Es un vino muy largo. Me da una permanencia de 3,00. Precio de la botella 1,86 "lereles".

      Vino al que encuentro mucho mejor que la añada del 2017.

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