Una marivollasa experiencia nueva con una de las mejores uvas Albariño gallegas.

Amarillo pajizo cristalino, límpido y brillante. Nariz con enorme personalidad, aromas de frutas blancas maduras y notas florales sobre matices de piedra fría y canto rodado, sumándose notas de cortezas de cítricos y de manzana verde. Aromas de jengibre, wasabi y una leve notita especiada. Todos los aromas llevan como un traje que se antoja mineral frio y tiene un perfil levemente vegetal y de corteza de sauco. Final de nariz con un recuerdo de hidrocarburos que le otorga complejidad y elegancia. La boca es magnífica, firme y con una perfecta acidez que lo lleva en un recorrido equilibrado y graso hasta un posgusto cremoso lleno de matices acuáticos, de frutas blancas tostaditas y flores como el nardo o el jazmín por vía retronasal. Una maravillosa sensación frutal, mineral y floral, que además se me antoja acuática como de ribera de rio, con su verdín sobre las piedras e hierbas. Este vino es el resultado de la unión de la uva albariño y la mente creativa e inquieta de su elaborador Santiago Roma, que ha dado una vuelta más a sus mejores partidas de vinos dándole una crianza en una “ Barrica “ oval pequeña de piedra de granito gallega patentada por él mismo y un grupo de amigos. Como dice él mismo : “ las uvas nacen de la tierra, se crían en ella y una vez procesado su mosto se elabora en parte de un componente principal, su terruño “. Y así es, este vino une lo terrenal con lo espiritual.

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