Es un vino graso, con volumen y de gran dimensión. Una maravilla.

Amarillo pajizo cristalino con irisaciones verdosas, límpido y brillante. Nariz acuática, con aromas de ribera de río, nenúfares y flores blancas. Frutas blancas maduras (chirimoya), notas de azahar, membrillo y pequeños matices de caramelo tostado. Cítricos como la bergamota y el pomelo, entremezclado con hojas de limonero y de final mineral ( piedra de granito ) además de un carácter tostadito de perfil frutal. La boca es impactante, conjuga los sabores cítricos, de fruta blanca madura, chirimoya y leves sensaciones vegetales en un recorrido largo y que llega hasta un posgusto intenso y de gran persistencia frutal donde deja sensaciones de corteza de cítricos con toques dulzones. Es un vino graso, con volumen y de gran dimensión, con una acidez magistral y una retronasal floral y acuática que le da un recuerdo final muy importante. Posiblemente es la mejor boca en un vino blanco español que he probado últimamente, realmente impactante. Esta pequeña bodega de Santiago Roma hace vinos muy grandes y con un enorme potencial de mejora en botella durante los próximos diez años como mínimo. Un vino completamente vinculado al genuino carácter de su elaborador y que recuerda a mi querida Galicia en cada sorbo que le doy.

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