Conseguimos tres botellas en una subasta y decidimos abrir la primera a ver qué tal. La botella (tras dos días en posición vertical) presentaba un nivel de líquido bueno, como medio centímetro por encima de la base del cuello. Abrimos la botella con el abridor estándar de tijeras con mucho cuidado y conseguimos sacar el corcho íntegro. Largo, compacto y tintado en un tercio de su longitud. Dejamos respirar la botella por espacio de 4 horas y servimos a 17°C.

VISUAL: Nos muestra un color rojo picota de capa media-alta con el ribete en tonalidad rubí-atejada. Abundante lágrima, lenta, gruesa y transparente (94).

OLFATIVA: A copa parada encontramos intensos aromas a pan de higos y ciruelas pasas. En movimiento surgen notas de rosas marchitas, especiados de pimienta negra y clavo, herbáceos de estragón, así como dulzones balsámicos de eucalipto y regaliz de palo. En la gama terciaria aparecen recuerdos a tabaco inglés, cuero curtido, recuerdos minerales a mina de lápiz y aportes amaderados de su crianza. Muy bien en complejidad y de una intensidad media-alta (92).

GUSTATIVA: En boca es majestuoso, con un buen ataque, alta acidez y los taninos muy mullidos. Paso por boca aterciopelado, con un puntito secante muy interesante pero mostrando una recia estructura. En retronasal nos devuelve apuntes especiados y notas de flor marchita. Post-gusto goloso, mineral y muy amable con un fondo amaderado delicado y elegante que nos da una persistencia de 2 minutos y 10 segundos de tremendo disfrute. Gran vino este Haut-Medoc de la mítica añada del 82. Sobresaliente sin duda. Creo que está en un momento óptimo de consumo pero tiene cuerda para rato y por supuesto lo iremos siguiendo (93).

La RCP fue excelente pues cada botella con el transporte incluido nos salió por 21.80 euros.

MARIDAJE: Nos tomamos este burdeos en tres ocasiones. La primera con un rico chuletón de ternera, la segunda con un surtido de embutidos ibéricos, jamón y queso curado y nos la terminamos con un solomillo de cerdo a la mostaza con melloco. La combinación con la carne de res fue sensacional pues los apuntes animales y sanguíneos se entendieron a la perfección con las notas florales y especiadas. Con el embutido apoteósico, el puntito mineral le fue al pelo. Y por último con el solomillo de cerdo maridaje muy acertado también con esos toques picantes de mostaza jugueteando con los matices herbáceos y amaderados. Nos ha encantado este viejuno francés y además muy gastronomico. ¡¡Vive la France!!