Un trocito de Europa en las antípodas ...

                    Ubicada a 37 kilómetros de Adelaida, esta bodega - fundada en 1979 - figura entre las mejores de Australia : sus enólogos, David Paxton y Richard Freebairn, son amantes de la tempranillo que reina en este ensamblaje clásico, a pesar de los 68% de uvas francesas.

                    De color carmín con reflejos rubí, limpio y brillante, este tinto desprende un fuerte perfume de cerezas negras, de ciruelas damascenas, de cuero viejo y de tierra movida que se va atenuando conforme el vino se abre paso a paso. Al cabo de media hora, huele a zumo de grosellas, a arándanos rojos desecados y a naranja tangerina. En boca, sorprende por su goloso fruto maduro y su frescura especiada. Jugoso, distinguido, bien equilibrado y delineado, recuerda a las bayas de Boysen, al chocolate blanco, a la menta pimentada. Hay toques de cinamomo, de vainillina y leves notas yodadas. Muy largo - alrededor de treinta caudalias - con taninos acariciantes, es de esos vinos amables, bien hechos, que tienen un parecido con los riojas de crianza corta, sin demasiado volumen -  por ejemplo, el Faustino VII - que se beben con sumo placer con carne de res, patatas duquesa y setas de Burdeos.

                   Si el Paxton blanco - común y corriente - no nos convinció, el tinto tiene una personalidad atractiva que puede seducir a los amantes de vinos exóticos, difíciles de encontrar, vinos que demuestran que el movimiento biodinámico supera las fronteras europeas, para el bien de todos. ( PVP : 14 € )

        

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